Correr con Persistencia

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Bob Kempainen estaba resuelto a formar parte del Equipo Olímpico de 1996, y competir en la maratón. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, sin importar el nivel de sacrificio.
En una carrera de fuertes pendientes en la ciudad de Charlotte, Carolina del Norte, ganó las eliminatorias, a pesar de que se sintió indispuesto cinco veces durante las últimas dos millas.
Kempainen, poseedor del récord norteamericano en la carrera de la maratón, padece problemas estomacales desde la escuela intermedia. Esa condición no ha sido un impedimento para que este estudiante de medicina continúe como maratonista. “Detenerme en medio de la carrera, estaba fuera de toda consideración”, dijo él cuando le preguntaron sobre su condición física. Con sus ojos puestos en la meta, este atleta sabía que tendría sufuiciente tiempo para descansar después del evento, y cinco meses de preparación para las olimpíadas de Atlanta.
Cuando Dios deposita en tu corazón el deseo de lograr una meta específica, puedes estar confiado en que El te dará las fuerzas y la habilidad para alcanzarla. Cada persona tiene sus propios obstáculos que debe vencer. En el caso de Bob, la condición de su estómago le era un estorbo para ganar la carrera de la maratón en las olimpíadas. En tu vida será otra cosa. Todos enfrentamos retos y dificultades en el camino hacia el éxito. La diferencia entre aquellos que lo logran y los que fracasan es sencillamente la persistencia.
La vida, no es una senda llana y nivelada, sino una serie de montañas y valles. Pasamos momentos en la cima de la montaña, cuando todo parece claro y perfecto. Pero también hay períodos cuando sentimos que divagamos en una oscura caverna, palpando a tientas a lo largo del sendero y confiando en Dios para dar cada paso de fe.
Un corredor recibe un “segundo aliento”, luego de esforzarse por continuar al sentir que ya no puede más. Al elegir proseguir en fe, sin importar como nos sentimos o lo que está sucediendo a nuestro alrededor, experimentamos el gozo del Espíritu de Dios que nos levanta e impulsa.
Toma un momento y decide en tu corazón ser persistente en tu fe. Fe en que Dios te va a guiar, que te levantará cuando hayas caído, que te fortalecerá para que puedas continuar, y que a su tiempo, te dará la victoria.

"El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es inatachable. Escudo es Dios a los que en él se refugian. ¿Pues quién es Dios, sino el Señor? ¿Quién es la roca, sino nuestro Dios? Es él quien me arma de valor y endereza mi camino; da a mis pies la ligereza del venado, y me mantiene firme en las alturas; adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce. Tú me cubres con el escudo de tu salvación; tu bondad me ha hecho prosperar. Me has despejado el camino, por eso mis tobillos no flaquean" (2 Samuel 22: 31-37)

1 comentarios:

On 2 de diciembre de 2007, 18:47 , Anónimo dijo...

Gracias por el aliento amigo. Me hizo muy bien.
Hernan