"Todo tiene su tiempo... tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado" (Eclesiastés 3:1-2)
Después de varios meses de búsqueda, un abogado y su esposa, compraron una casa. Les gustaba todo lo de la casa, especialmente, el sombreado jardín de atrás. Todo parecía bien para firmar el contrato, hasta que el inspector examinó los cimientos.
“Hay un árbol que está demasiado cerca de la casa”, les dijo. “Si no lo sacan, a la larga, las raíces van a levantar los cimientos. Primero, van a ver rajaduras en las paredes interiores, y luego se van a rajar los ladrillos de la estructura externa. Si sacan el árbol de raíz ahora y empiezan a regar los cimientos con regularidad, el problema se va a corregir solo y con un costo muy bajo”.
La esposa del abogado se enojó. “La razón por la cual queremos esta casa es por sus árboles, especialmente, por ese árbol. ¡Correremos el riesgo!”.
Así que se mudaron. Plantaron un gran jardín debajo del árbol y disfrutaron su sombra todo el año. Un día, el abogado se dio cuenta de que había grandes rajaduras en las paredes interiores de la casa, y una línea dentada que se abría en los ladrillos exteriores, a pocos centímetros de las raíces del árbol.
El disgustado abogado puso la casa en venta inmediatamente, pero nadie la compró. Finalmente, dos años después un vendedor inmobiliario encontró un comprador con una condición: que el dueño arreglase la casa antes de venderla.
Para entonces, los cimientos necesitaban una restauración completa. ¿El costo? Más de veinte veces lo que le hubiera costado remover el árbol.
Ansioso por mudarse, el abogado pagó ese dinero y vendió la casa con una pérdida muy grande.Al igual que el árbol del abogado, los problemas pequeños de la vida, con frecuencia parecen inofensivos. Si pasamos por alto las advertencias de Dios para arrancarlos de raíz, esos problemas, a la larga, serán lo suficientemente grandes como para arruinar los cimientos de nuestro crecimiento espiritual. Podemos evitar errores innecesarios cuando escuchamos a Dios y hacemos lo que El nos dice.
“Hay un árbol que está demasiado cerca de la casa”, les dijo. “Si no lo sacan, a la larga, las raíces van a levantar los cimientos. Primero, van a ver rajaduras en las paredes interiores, y luego se van a rajar los ladrillos de la estructura externa. Si sacan el árbol de raíz ahora y empiezan a regar los cimientos con regularidad, el problema se va a corregir solo y con un costo muy bajo”.
La esposa del abogado se enojó. “La razón por la cual queremos esta casa es por sus árboles, especialmente, por ese árbol. ¡Correremos el riesgo!”.
Así que se mudaron. Plantaron un gran jardín debajo del árbol y disfrutaron su sombra todo el año. Un día, el abogado se dio cuenta de que había grandes rajaduras en las paredes interiores de la casa, y una línea dentada que se abría en los ladrillos exteriores, a pocos centímetros de las raíces del árbol.
El disgustado abogado puso la casa en venta inmediatamente, pero nadie la compró. Finalmente, dos años después un vendedor inmobiliario encontró un comprador con una condición: que el dueño arreglase la casa antes de venderla.
Para entonces, los cimientos necesitaban una restauración completa. ¿El costo? Más de veinte veces lo que le hubiera costado remover el árbol.
Ansioso por mudarse, el abogado pagó ese dinero y vendió la casa con una pérdida muy grande.Al igual que el árbol del abogado, los problemas pequeños de la vida, con frecuencia parecen inofensivos. Si pasamos por alto las advertencias de Dios para arrancarlos de raíz, esos problemas, a la larga, serán lo suficientemente grandes como para arruinar los cimientos de nuestro crecimiento espiritual. Podemos evitar errores innecesarios cuando escuchamos a Dios y hacemos lo que El nos dice.
1 comentarios:
Que es mejor aprender por experiencia propia o por la de otros? Decir sabes que a mi me paso.. o decir sabes que yo lo escuche y lo incorporé...?
Vivimos un tiempo donde la revelación abunda! Que tambien abunden los hacedores!!!
Saludos